lunes, 27 de febrero de 2012

Vía Crucis..."extraordinario"


“Extraordinario”

Extraordinario, ¿Y que no es, de un tiempo a esta parte en nuestro pueblo, extraordinario?

Pienso que extraordinario lo es, precisamente, todo. Si enumeramos una por una cada cosa, extraordinaria, no acabaríamos nunca. El año pasado todo era, nuevo. Ahora en el 2012, todo es extraordinario. Quizás para el próximo le pongamos otro sinónimo.

El Señor delante del Sagrario.
Si empezamos por la “Venida del Señor”, a su casa como dicen nuestras Hermanas Dominicas, al referirse al Señor e iniciar desde su Convento el Vía Crucis. Yo destacaría, que lo “extraordinario”, estriba en la gran magnitud de acto en sí. Ya que con tal motivo ha servido, para unir más, a ese sector de Bormujeros, que por estar ubicada su vivienda en esa franja perteneciente al pueblo. Siempre han estado un poquito, “casi al margen”, precisamente por eso. Ser una mínima parte de un todo. El todo, Nueva Sevilla. La cuñita, Bormujos. Ellos si querían ver al Santísimo Cristo y Nuestra Señora de los Dolores, se tenían que desplazar. Como si viniesen de otro pueblo. Así con éste acercamiento del Señor con motivo del Vía Crucis “extraordinario”, se han visto (por decirlo de algún modo) agasajados, por primera vez, desde que se casaron y se fueron a vivir allí.


El Señor a su paso por delante del Convento.

Las exclamaciones de ellos eran casi iguales a las de las monjas. Los dos sectores, se sentían privilegiados. Dándoles la verdadera importancia a la “Venida del Señor”. ¡Ya era hora!, ¡Que alegría!, ¡Señor, el año que viene, queremos que venga la Virgen!...


Nuestra Señora de los Dolores.
La salida a la calle del Cristo de la Vera- Cruz, siempre tuvo mucha expectación y atrajo a todos los Bormujeros, que por las circunstancias de la vida, se tuvieron que ir a vivir a otros pueblos. Pues, esa noche del viernes, todos estaban allí. Los de: Nueva Sevilla, Tomares, Gines, Castilleja… Todos.

Impresionante la visión del Señor, por los niños y las monjas.
Si seguimos hablando de cosas extraordinarias de este año. La primera fue a mediados de Enero, cuando por fin y tras veinte años de espera. La Hermandad del Santísimo, ya tenía identidad propia. Una junta de gobierno, votada y elegida, por los propios hermanos.

Extraordinario fue también la bajada del altar del camarín de Nuestra Señora de los Dolores por este motivo y, el haber encontrado entre los baúles de la Parroquia, un manto antiguo bordado en oro, por un afamado orfebre de Sevilla. Cuyo manto lució ese mismo día en la eucaristía conmemorativa.



Bién podriamos decirle, como los de Lepe a su patrona.
Bella.

Extraordinario también, saber que el paso de la Santísima Virgen de los Dolores, saldrá en procesión el miércoles santo, por primera vez bajo palio. Quedando atrás tantas incertidumbres con respecto al “temita de la puerta”.



Así que de ahora en adelante tendremos que valorar, todo lo extraordinario que nos acontezca. Eso mismo que pensaron nuestros vecinos del extra-radio el viernes. También lo habrán pensado, todos los “extras”, de todos los pueblos y ciudades, creyéndose: apartados, marginados, excluidos… Yo particularmente excluiría eso, la palabra de “extraordinario” al referirse, a la Venida o Llegada, del Señor, a su casa.

Si pensamos estricto en el sentir del cristiano, Cristo, siempre está en el interior de cada cual. Luego entonces la “palabrita” (del “extra”), sobra. Porque lo esencial será el tenerlo, “extraordinariamente”, siempre.

Si siguiéramos con las “palabritas” utilizadas en el argot cofradiero de Sevilla u otras ciudades. Yo también particularmente erradicaría, otra. La que, al referirse al nombre de las imágenes de la Hermandad, los nombran como, “titulares”. Sé que a muchos les parecerá raro, pero es mi forma particular de verlo. Es lo que siento y, no precisamente de ahora, lo ha sido de siempre. Pienso que se deberían de utilizar otros sinónimos, si no quieren nombrar el nombre del Señor y la Santísima Virgen, tantas veces en un mismo párrafo. A los que lo hacen, les parecerá muy repetitivo el hacerlo con todas las letras. Aún siendo mejor el que al repetirlo tantas veces necesarias, se les fuesen quedando todos los adjetivos atribuidos, a la vida y muerte de Nuestro Señor. Y no acabar tan rápido con lo de “nuestro titular”.

De todas formas para terminar yo lo destacaría todo, empezando por el jueves con la llegada del Señor al Convento. Y el culmen de todo, la Eucaristía del viernes y el posterior Vía- Crucis, arropado en todo momento por el pueblo en ambos días.

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