jueves, 11 de noviembre de 2010

Ya Huele a Tortas

Así se decía siempre durante las seis semanas previas a la navidad. Eran tiempos de las “jornaditas”, ¿se acuerdan?. A los cultos que se realizaban en la parroquia en el tiempo del adviento, se le llamaban antiguamente jornaditas y es donde se empezaban a cantar los primeros villancicos. De hecho, hay algunos pueblos como Carrión de los Céspedes o Castilleja de la Cuesta, en los que aún se siguen celebrando dichos cultos.
En ambos pueblos tienen la costumbre de ir renovando cada una de las seis semanas previas, la posición de la Virgen en el Portal de Belén. Cada semana van avanzando hasta llegar al día del Nacimiento, en el que le incorporan al Niño Jesús. Siempre, aproximadamente sobre el día 20 de Noviembre, era el inicio de las mismas.
Casi acabado el mes de los difuntos la gente empezaban con el jaleo de la confección de las “tortas”. Dulce muy característico en nuestro pueblo, fácil de hacer y, a la vez muy nutritivo en aquellos tiempos del Bormujos que se nos fue. La base principal, harina y el aceite de oliva de los molinos del pueblo ( antes no se sabía tanto como hoy de “virgen extra”, ni nada por el estilo), también al amasar le echaban un poquito de matalauva, ajonjolí y aguardiente. Hoy en día casi no se hace en las casas (salvo excepciones).Precisamente hace una semana que las comimos unos amigos en el campo, porque las hizo Pepa la de "piñera", mujer de Antonio el "sopa", riquisimas y además con un ingrediente (nuevo desde un tiempo a esta parte)como es la "cidra" Antes era muy socorrido el hacerlas al no haber posibilidad de obtener otros dulces, bien por la escased de los mismos o por el poder adquisitivo. Por el importe de una caja de “mantecados” de un kilo, se podían hacer un “lebrillo de los de lavar”, hasta las “trancas” (como solemos decir aquí), de tortas caseras.
Los que vivían como yo, cerca de las panaderías, éramos los que teníamos la suerte, primero de oler y después ver, el paso ( como si de una cofradía se tratase) de las madres con los lebrillos llenos de tortas y los hijos detrás, deseando llegar a su casa y comérselas. En casa, mi madre no era mucho de hacerlas ya que a ella le iban mejor, los pestiños, roscos y empanadillas.
Volviendo a lo anterior de las “jornaditas”, quizás ahora con la vuelta (a la normalidad) en nuestra Parroquia, podamos conseguir eso y muchas más cosas.
La gente en una inmensa mayoría está muy contenta con la labor de Manuel Jesús, al parecer todos los comentarios del pueblo los acepta de buen agrado y con ganas de tratar de solucionarlos lo mejor posible. Sin embargo como siempre decimos en la “viña del Señor”, no faltan los que aún no están conformes y quieren que vuelvan aunque sean por “arte de magia”, todas aquellos enseres, que según ellos faltan en nuestra Parroquia.
Hay quien pregunta por: El cuadro de San Cristobal, aquel grande de tamaño natural, ubicado en la capilla por donde se sube al campanario, la lámpara de araña que tenía el retablo de la Virgen de los Dolores en su antigua ubicación, la Cruz y Cristo que tenía el retablo de la Virgen del Rosario, la Cruz pequeña que tenía como remate el Cenáculo del sagrario, la Pila del agua bendita que estaba situada a la derecha tal cual se entraba, el Niño Jesús de la Virgen de las Nieves…..
Pues bien a la mayoría del pueblo casi les da igual, para ellos con tener un nuevo cura y que su parroquia vaya bien, con eso les basta, pero siempre tendrá que haber gente intransigente y que le busquen los “tres pies al gato, como decimos en repetidas ocasiones.

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