Contra vientos y mareas, se dice siempre al referirnos, que a pesar de
todo lo mal que se esté pasando en estos u otros tiempos en nuestras vidas. Cuando llega el momento de encontrarse con la
Santísima Virgen del Rocío, las vivencias y las añoranzas, juegan un papel
importante en el ánimo de los peregrinos. Haciéndoles crecer ante la adversidad
y, tirar para adelante como sea. Qué más da, que se lleve más o menos “costo”
(hablar antiguo refiriendose a la comida), si la meta es ELLA.
La Hermandad de Bormujos en Almonte con la Virgen.
En todo el Año Mariano, no le ha faltado fieles a su alrededor en la
Parroquia de Almonte. Ni que decir tiene, que el arropo a la Blanca Paloma en
sus dos salidas procesionales, la asistencia ha sido masiva. La primera con
casi doce horas de recorrido, sin importarle a nadie, si hacía más o menos
calor y la de ésta noche (última hasta dentro de siete años), más gente para
acompañarla hasta la Ermita.
Este año el Plan Romero 2013, prevé una serie de cambios en el
discurrir de las Hermandades, por el hecho de haber cambiado en dos días, la presentación de cada una
según sea su antigüedad como filial de la matriz de Almonte. Dando pie a que
hayan tenido que cambiar y acortar los días de peregrinación, la mayoría de las
Hermandades de la Provincia de Sevilla.
Siempre que se toma una determinación como esta, se hace con el mejor
de los sentidos. El bien común para todos los peregrinos –cada vez más
numerosos-, a pesar de todo.
El Plan Romero también quiere
eliminar en lo posible el paso de las distintas carriolas que acompañan a cada
hermandad, detrás de su Simpecado. Este
año por ejemplo, la Hermandad de Triana, efectúa su salida el miércoles día 15
con la Carreta del Simpecado y las Carretas de tracción animal que la acompañan
siempre. Sin embargo las carriolas lo harán el martes día 14, e irán directas a
la primera parada.
La Hermandad de Bormujos a su paso por la carretera.
Pienso que las personas que organizan el Plan, lo harán con las mejores
de sus intenciones y por el bien común general. Pero también pienso, que a
larga, esto conllevará a la pérdida del esplendor –de siempre- del día de “las carretas”. Día especial para
todos los pueblos del Aljarafe y, más aún si cabe para el nuestro por ser casi
paso obligado para todas ellas, por su ubicación en el mapa de carretera, como
camino real.
Aunque nada de éstas normas, acabará nunca con el fervor y el cariño a
la Santísima Virgen. Es más, creo, que al Rociero lo envalentona. Les hace “echar
–pa-lante” a como de lugar. Por eso voy a poner unas “Añoranzas” escritas por un rociero del Foro de la
Hermandad de Almonte , que éste año no va y dice así:
Bonita estampa de la Virgen
delante de la marisma y su Ermita.
delante de la marisma y su Ermita.
Añoranza del frescor de esa mañana en la que los ecos de
tamboriles te inundan el alma, olores de camino, zahones y botos recién
“engrasaos”, peinecillos y flores en el pelo, caballos nerviosos siguiendo las estelas
de los cohetes que anuncian que la Hermandad se echa al camino un año más.
Simpecado entronizado en la carreta de plata, pintada con los miles de colores,
que la Virgen concedió a las flores.
Este año el camino al Rocío, en su mayoría transcurrirá
por caminos y esto conlleva al disfrute y recreo de la vista
precisamente de las flores silvestres.
Añoranza de rocío que en la noche riega los
avemarías de un rosario que se eleva hasta el mismo cielo, de lanza iluminada
con velas que son agradecimientos y peticiones, de perdones y arrepentimientos,
luces de gracia. Añoranza de oración cantada bajo una bóveda de lunares
blancos, de duermevela al calorcito de una candela, de un sueño en el que le
cambia la cara a la Virgen del Rocío porque sabe que voy a verla.
¡Añoranzas!. Añoranza de su cara, blanca
azucena, en mi sueño, de susurrarte bajito “cuánto te quiero Rocío".
Bormujos a su paso por el Río Quema.
Añoranza de río festivo y bautismal
y de arroyo alegre y triste, principio y fin de mi caminar o quizás fin y
principio del caminar de todo rociero. Añoranza de vivencias y emociones, de
rosario de camino, de Charca y de mar de peregrinos, de latir de arenas al
compás de chaparrón de pétalos sobre una
Paloma…Añoranzas.
Emoción y nervios que templándose
esperan ese momento mágico, la magia soñada durante todo un año, mágico momento
en el que Ella vuela deseosa de reunirse con nosotros. Soñar con verte venir
para que acabes con mis penas, para sentirte más dentro de mí. Soñar, seguir
soñando, soñar y soñar.
Añoranza de Almonte bajo sus andas, de apreturas y sudores, de sentirla sobre mí, de ver Su carita de rosa desde el costero a las claritas del día. Amorosa silueta dibujada sobre el lienzo claroscuro pintado por la mano de Dios. Y sentir las huellas de la madrugada, el despertar de Pentecostés que nos sorprende con caritas de sueño. Añoranza de soledad entre el gentío, de deambular tras Ella por la aldea, “de lao a lao”, como enamorado que medio sonámbulo sigue a su amada sin importarle más que Su estela.
“Si cien veces me llamaras cien veces que yo vendría por ver de nuevo Tu cara a las claritas del día”.
Añoranza de lágrimas en el adiós, lágrimas que te pido no me tengas en cuenta. ¡Son de amor, son de gratitud, son de pena aliviada!.
Añoranza. Añoranza de todas esas cosas que me llenan de paz el corazón.
Te juro, Rocío, que no me vuelvo a quedar más un año sin verte.
Esta es otra de las flores, que nada más se ven en los campos y en los caminos.
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