viernes, 31 de mayo de 2013

¡Clama el Cielo!


¡Clama el Cielo!,  o  ¿Deberíamos clamar al Cielo?

La frase primera se ha utilizado siempre cuando el clamor popular siente que ha ocurrido algo que se sale de los cánones normales de la vida diaria.

Como en el caso de hoy en nuestro pueblo. La muerte inesperada de un joven de 26 años. Pero que yo ante la pena de estos padres y familia, no solo me uno, yo diría mejor, me arrimo a la causa. Y aquí aplicaría la segunda frase del título. ¿Deberíamos clamar al Cielo?.

Pues ya sería hora, dirán los innumerables padres, por el -contra-natura-, de tener que enterrar a un hijo, siendo lo natural al contrario, para lo cual nos enseñaron de siempre. Cuidar de nuestros padres hasta el último momento de su vida y llevarlos a su tumba. No ésta barbarie que nos está tocando vivir últimamente.

Y es, que, si nos paramos a pensar un poquito y, que yo por mi especial trabajo que todos sabéis,  es  más que el de vosotros. Os diría, que la estadística, por desgracia, nos muestra, que se mueren más personas jóvenes, que ancianos.

Al referirme a últimamente, no lo hago por estos “dos o tres últimos años”. Me remonto a unos cuantos años más atrás. Pero que aún el pueblo recuerda el fallecimiento de aquellas –madres jóvenes- que se las llevó el maldito “mal”, que quizás en aquellos tiempos casi no se conociese a ciencia cierta que se llamase, como se llama ahora y que todo el mundo, teme.

Por eso si nos pusiésemos a repasar el pueblo, calle, por calle, veríamos la cantidad de padres –contra-natura- que viven o lo tuvieron que vivir en su día.

Para recordar algo y que no se me olvide, (lo hago siempre por activar la memoria) hago la ruta virtual, como si fuese realizando mi trabajo con el cobro. Por eso al empezar por mi calle, se me viene a la mente a varias  mujeres muy queridas en el pueblo y que murieron casi en las  mismas circunstancias, las unas con las otras.  Ninguna llegaron a los 50, dos de ellas según me dijeron sus hijos, murieron a los 39 y 42 años respectivamente.                      

Al sacar la media de las personas que fallecen “jóvenes”, me baso en una fórmula que va desde los -0 a los  50 y pocos más. Antes quizás los que pasaban de 50 ya se tomaban por mayores, hoy con la esperanza de vida basada en una media de 75  años para los varones y 85 años para las mujeres aproximadamente. Los de 50 y pocos se consideran jóvenes.

Una vez terminada la mencionada ruta, los datos son escalofriantes. Dan un total aproximado de setenta y tres personas. De las cuales 20 son de accidentes de varios tipos. Y el resto entre muertes súbita o de repente como diríamos antiguamente. Varios  del “mal” ese que mejor es no nombrarlo y, otras en otras circunstancias.  Por lo cual no detallo nombres para no abrir nuevas o viejas heridas.

Hoy en el funeral de José Manuel, nuestro MJ, muy bien nos ha dicho lo que tras los años nos repiten siempre a todos los cristianos. Tenemos que creer que la muerte no es el final. Que el dogma del cristianismo es precisamente ese, creer en la resurrección. Pero ¿quién convence de eso a cada padre o madre que se encuentre en esas circunstancias? Es difícil, sin embargo, es casi lo único que te puede hacer algo más llevadera la vida, a partir de ese momento.

Tampoco es bueno pensar, como dijo él, de que en “facebook” los chavales se lamentaban de la vida en si, y que ésta como tal, no merecía vivirla. Yo le doy la razón a MJ. Hay que vivirla y más si como éste joven llevaba la suya. Un ejemplo de muchacho. Yo nunca tuve la suerte de haber hablado alguna vez con él, sé que mi hijo, si lo conocía bastante por el tema de la natación. Uno de los diversos deportes que José Manuel practicaba.

Como dije antes desistí de detallar los nombres y las familias a las cuales pertenecían cada unos de los fallecidos citados. Pero si, de una madre en especial, ya que esta buena mujer, le tocó vivir el –contra natura-, tres veces. Enterró a tres hijos, la primera con ocho añitos y los dos restantes no llegaron a los cincuenta.  Sobre- vivió, varios años más, para dolor de ella, pues hubiese preferido irse a la vez que cada hijo. Sin embargo siguió adelante, hasta que su corazón no pudo más de tanto penar.

Desde aquí me congratulo con todos y cada uno de esos padres o madres. Y perdonadme por ser tan “pesao”, llevo todo el día nervioso. Algunos dirán que es imposible, ya que mi trabajo es ese. Pero no es así, a mi me coge siempre de sobre-salto. No me acostumbro. Yo no tomo nunca –pastillas para los nervios- sin embargo, hoy me he tomado tres. Y es que desgraciadamente tenemos cada día “el alma en vilo” (otro refrán antiguo), con las cosas que pasan. Y ojalá sea, que nunca tengamos que vivir los casos de otros pueblos, ni de lejos. Con el dichoso temita de los malos tratos. Y la violencia de género.
 
La vida sigue, como la primavera.
 

 

Mañana sigue la vida. Mañana sale el Corpus.

También mañana se celebra en la Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes y San Juan de Dios.  La primera boda . Boda muy particular, ya que entre los feligreses y miembros del Coro, le han costeado el “convite”, como diríamos antes refiriéndonos al banquete de bodas. Ya que los novios casi no podían costearse, casi de nada. Se optó por agasajarlos de alguna manera, aportar cada cual algo, para compartir y celebrar juntos su enlace matrimonial.De ésta forma ellos se sentirán en un día tan especial, como todos al tener el arropo de la gente.

LLegaron hace diez años y ya traían a su hija mayor, se casaron por lo civil aqui en España y después les nació la segunda niña.  Según manifestaciones de ambos conyugues, en la boda, al conocer a Carlos y la Comunidad Parroquial, decidieron consagrar su unión ante Dios y su Iglesia. Luego, la vida sigue y, esperemos que les vaya lo mejor posible.

Y que la cigueña siga su curso.
 
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Ayer también tuvo lugar en ésta Parroquia,
 la bendición de la Gruta de la Virgen, por el Obispo de Lourdes.
 
 
 
 
 
Otro momento histórico en nuestro pueblo.
 
 

 

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