La
de cosas que pueden pasar en un mes. Cada día que pasa, nos parece que se va
volando. Pienso, (bueno, creo, que es el pensar de muchos) que las horas pasan
apenas sin darnos cuenta. Sin embargo, también creo, que según a quien, tal vez
le resulten eternas. Si éstas en sí, les coge trabajando a turnos –como era mi
caso antes de jubilarme-. O por el contrario hoy día, también serán eternas
para una inmensa mayoría, que por desgracia, esperan en una cola del INEN. El
ansiado trabajo y, que nunca llega.
Quizás
tendríamos que pensar, que a los que se nos pasan volando: las horas, los días,
los meses, los años o la vida. Es precisamente a ese sector de mayores “ociosos
de ahora”. Que les falta tiempo para disfrutar. Toda una vida entera dedicada
al trabajo y el mantenimiento de su casa y de sus hijos. Y ahora, el tiempo,
parece que vuela.
Ahora
ese sector (en el que me encuentro yo), no tiene prisa. Ya no hay porque
correr. Puede ser que quizás sea, que tengamos miedo. Algunos dirán; ¿miedo?,
¿a qué?. Siempre dependerá también del estado: físico, mental o familiar en el
que se encuentre.
El
miedo es una sensación que siempre hemos sentido a lo largo de nuestra vida por
distintos motivos. Sin embargo pienso que cuando más se acentúan es, en los dos
polos opuestos: la niñez y la vejez. Por distintos motivos, pero al final,
miedo a lo desconocido. Como si necesitáramos
o reclamáramos, protección. Con la salvedad de que en la niñez, teníamos
a nuestros padres para cubrir esa parte.
Aunque
oigamos en repetidas ocasiones siempre la misma cantinela de que –es ley de
vida-, -los hijos tienden a realizar el vuelo del nido- igual que hacen los
pájaros. Todo muy bien. Todo perfecto. Y es muy normal. Pero el miedo a la
soledad, existe. Ahora que ese “sector” (antes mencionado) con más tiempo libre,
ve la tele por las tardes en Canal Sur. A veces, da pena ver al estado de
ansiedad que llegan las personas que acuden al mismo, por la SOLEDAD.
Por
eso decía antes lo de las distintas “varas de medir” el tiempo de cada cual. A
los mayores en los que vivan ambos conyugues, se les pasa volando, temiendo al “miedo”
de quedarse el uno sin el otro. Y, a, los que están solos, el “miedo” les hace
eternos los días y las horas.
Retomando
el título de la entrada, de la de cosas que pueden pasar en un mes. Quería referirme
a que hemos vivido la renuncia del Papa Benedicto XVI y la elección del nuevo
Papa, Francisco. Que dicho sea de paso, un Papa, que le ha gustado a la gente
de inmediato. Por su cercanía hacia los pobres y por su grandeza de espíritu.
Al rechazar de plano, atributos y abalorios costosos, que no piensa utilizar.
Unos por sus sentimientos sobre la pobreza y otros por su sentido, de dar valor
a la vida (aunque sea animal), que al lujo. En este caso concreto lo del
animal, es por lo de los zapatos rojos que utilizaba el anterior. Hechos a
medida y con la piel de un “ternero nonato”, ternero aún dentro del vientre de
la madre.
En
el mismo mes, hemos vivido los altibajos que nos ha acarreado el mal tiempo.
Con respecto a la Semana Santa o, semana mayor como dicen los cofrades en
Sevilla y, como siempre, nunca llueve a gusto de todos.
Así estaba la Virgen el día del Monumento al Señor.
Este
año que nuestra Virgen de los Dolores, salía por segunda vez en su paso de
palio. Recurriremos a un refrán muy antiguo, -el hombre propone y Dios,
dispone-. Y nuestro Cristo de la Vera- Cruz y su madre Nuestra Señora de los
Dolores, se quedaron –preciosos como siempre-, dentro de la Iglesia.
El Señor frente a su Madre.
Creo
que en parte la lluvia, (por lo menos en nuestro pueblo) ha servido para el recogimiento
y asistencia al triduo pascual en ambas Parroquias. Los dos monumentos al
Santísimo (cada uno a su nivel, de enseres), fueron exquisitamente exornados.
El Monumento al Santísimo en la Parroquia de Lourdes.
Y
por último y no menos importante. Para nuestra casa y nuestra familia. Ya somos
“abuelos”. Desde el día 26 de Marzo a las 13,55 horas, nació nuestra “estrella”
Deneb. Porque de eso se trata, le han puesto el nombre de una de las estrellas
que más brillan en el cielo después del Sol. Así que tenemos una nieta en
Tarifa. Ya estamos los abuelos pensando en los distintos medios y formas para ir
a verla..Pero ir, iremos en multitud de ocasiones.
Yo,
como ya he dicho en repetidas ocasiones. Nunca he tenido envidia a nadie por
nada de riquezas que pueda cada cual obtener. Mi envidia (sana), consistía, en
ver a mis amigos de mi edad, con el “carrito”, paseando al niet@.
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