¿Y
ahora qué hacemos con las figuras de nuestro portal de Belén de siempre?
¿Cómo
les podemos contar a nuestros hijos o nietos, que de un manotazo o mejor dicho,
un plumazo en un libro, diga que en nuestro Belén ya no hay animales?
¿Y
si preguntan porque la “mula y el buey”, ya desde ahora nunca más van a darle
calor al Niño Jesús, que le decimos?
¿O
como le explicamos también, que tampoco había pastorcitos celebrando el
nacimiento de Cristo con cánticos?
Según
manifiesta el Papa en su libro sobre la Infancia de Jesús. Lo más llamativo sea
eso precisamente, desmontar la teoría de que en la Gruta donde nació Jesús (no
portal), no había ningún buey ni ninguna mula. Atribuyéndole a la tradición el
empeño en señalar, su existencia.
Siguiendo
lo escrito en su libro dice: que Jesús nació en Belén, sin embargo admite que
varios estudiosos, sitúan el nacimiento en Nazaret.
Luego
otra pregunta más de las que nuestros hijos o nietos nos harán de ahora en
adelante y no podremos contestarles. Si nos preguntan sobre si es o era
“portal” o “cueva” o como tenemos que llamarle ahora. Si de “Belén o de Nazaret”.
¿Qué le decimos?
Si
seguimos quitando figuras del “portal”, los Reyes, ya no son Reyes ni Magos.
Ahora son Sabios. Luego entonces; desaparecerán los “castillos”, el pesebre,
las ovejas, los pastorcitos con sus instrumentos. E incluso hasta la estrella
anunciando el camino, está en duda si la hubo o no.
Según el Papa, (la hubo pero comparándola con
la que el astrónomo Johanes Kepler, registró entre los años siete y seis a.C., la fecha más probable del nacimiento de
Jesucristo) y que fue adorado por tres sabios de Oriente.
Yo
me pregunto y todo esto ¿a qué viene ahora? Se promulga el Año de la Fe, por
parte del Papa, hace escasamente un mes y a renglón seguido, se crea el mar de
dudas con respecto a cosas como: que la adoración de Jesús por los Reyes Magos,
podría ser una creación de San Mateo.
Si
nos siguen diciendo las cosas estas, tan a “poquito” a “poco”, la gente del
pueblo, los de a –pie- y, que desde niño nos inculcaron lo anterior, ¿Qué hacemos
ahora?
Sin
embargo si les preguntamos a las personas que leen la Biblia, dicen que algunas
de las revelaciones del Papa en su libro, en realidad figuran en ella desde
siempre.
Pero
si esto es así desde siempre, ¿por qué no se potencia la lectura de la misma,
haciéndola más amena y atractiva para que la puedan entender, ese sector
(inmenso) que no lee tanto?.
En
el resto de las demás “confesiones cristianas”. Tienen como cosa primordial, la
obligación de leerla, desde el niño, hasta el anciano.
Podríamos
llenar páginas de cosas que a partir de ahora con las revelaciones del Papa en
su libro, tendremos que cambiar. Cito por ejemplo, el montón de letras de
“villancicos” aludiendo a la Mula, el Buey, los Pastorcitos y los tres Reyes.
Todos
los coros tendrán que hacer un reciclaje en sus partituras, para tratar de
recomponer cada canción. U optar por quitarlas del repertorio.
¿Pero
merece la pena quitar las ilusiones a los inocentes niños a la hora de montar
su tradicional Nacimiento, por la venta de un libro?
No
será de extrañar que el libro que ayer salió a la venta en 50 países incluido
España, con una tirada inicial que supera el millón de ejemplares, se agote. El
morbo está servido. El pueblo querrá saber qué cosas desvelará el Papa más de
las que pone éste artículo. Escrito en el Diario El Mundo por Irene Hernández,
corresponsal en Roma.
De
todas forma pienso que el pueblo, harto ya de tantas historietas, escritas y leídas
a lo largo de su vida. Pasarán olímpicamente del comentario de éste libro –(que
yo no pienso comprar)- y seguirán montando sus Belenes como siempre. Con la intención de
incurcarle a sus hijos o sus nietos (como en mi caso, cuando nazca en la
primavera), lo mismo que hice con su padre. Llenar de magia ese momento del
montaje del Portal y la venida de los Reyes, aunque éstos entrasen por la
ventana.
Mi
hijo era ya bastante grande y aún creía en esa magia. No quería reconocer que
ese sueño con el paso del tiempo se acabase.
Montar
el portal con él, era, disfrutar dos veces cada día. Uno cuando colocábamos los
animales en su sitio y el otro era, cuando al levantarse cada día, los volvía
él a cambiar de lugar a su manera. Tenía el empeño de colocar a la “vaca” en el
tejado de la cabaña, quitándoles el sitio a las palomas y las gallinas.
Recuerdo que era de plástico en blanca y negra y muy gorda, que aunque desentonaba con el resto de figuras, esa era su vaca y por lo tanto tenía que estar en el lugar preferente que él ya le había adjudicado.
Haremos pues caso omiso a estas desafortunadas palabras del Papa, que como humano que és, se ha equivocado en el tiempo y en las formas. Quiero pensar que no es el mejor momento para manifestarlas, Ni citar a San Mateo como artifice de imaginación sobre la adoración de los Reyes. Cuando San Lucas en el evangelio..2,1-14.hace referencia a todo lo contrario.
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